José María Yturralde
[Palabras pronunciadas en la presentación del libro y vídeo “El Greco, Architeto de Retablos. Joaquín Bérchez Fotografías”, el 12 de enero de 2014 en la Real Academia de Bellas Artes de Carlos de Valencia]
La obra de Joaquín Bérchez no es una mera ilustración de aspectos determinados en la trayectoria del Greco, aquí Joaquín Bérchez es un artista que utiliza el medio fotográfico para expresar su asombro ante la obra única de un gran pintor, El Greco.
Joaquín Bérchez es, como aquellos maestros renacentistas una personalidad ilustrada, cultísima, cuya obra esta limpiamente tamizada por el conocimiento, por la razón, por lo que su arte también nos ilustra, nos ilumina descubriéndonos con su maestría una nueva visión de las esencias proyectivas espaciales, de la estructura mental de ese gran pintor que fue el Domenico Theotocopuli, cuya obra, escenas y escenarios, también van mucho más allá de la compleja retórica ilustrativa que sus clientes, la Iglesia o la aristocracia podían encargarle.
Tanto la exposición de fotografías, el video que acabamos de ver, el libro con sus textos, nos dan asimismo exquisitas referencias de los aspectos formales de esos conjuntos que interpreta, en los que la mirada, por artística no menos sabia, de Bérchez refleja en sus fotografías con una gran claridad expositiva, nos muestra imágenes de composiciones ordenadas, equilibradas, a veces sesgadas, otras tratadas como presentándonos un bodegón, otras veces visiones integradoras cuando nos expone p.ej. al público mirando los cuadros, sin embargo hace que no sobren estos espectadores, que no molesten a la estampa y hay algo que quería destacar en sus fotografías y es el color y la textura que logra en los elementos que nos muestra, tiene un algo de melancolía romántica, de nostalgia que subyace en los dorados matices de los retablos, en las columnas, los marcos, los vacíos o los elementos que hacen de puente entre el entorno y la obra.
Al conjunto de estas arquitecturas, a la visión espacial que produce el continente arquitectónico, podíamos añadir que se unen otros sistemas, otras estructuras que percibimos imprescindibles, que concuerdan, se complementas con la piedra, la decoración, la arquitectura interior como decimos ahora, es decir los cuadros y sus marcos, magníficos en este caso, a la forma se une el color, los solemnes bruñidos áureos, sensaciones sonoras, los ecos, que dejaron la música de los oficios, que podía ser de Palestrina, aunque este estuviera en Italia, de Tomás Luis de Victoria, de Alonso Lobo, de Cristóbal de Morales y muchos otros excelentes maestros de capilla que componían en la ciudad de Toledo en tiempos del Greco, son compositores de la música que le acompañó, y sabemos gustaba de ella, al Cretense atento y que podía haber escuchado en las ciudades donde vivió, Venecia, Roma, Madrid y Toledo. Evidentemente un hombre refinado, como escribía el pintor Jusepe Martínez sobre el maestro “Ganó muchos ducados, más los gastaba en demasiada ostentación de su casa, hasta tener músicos asalariados para cuando comía, para gozar de toda delicia”.
Sin duda que la música debió influir de manera más o menos consciente en las composiciones del Greco, música, arquitectura y pintura manejaban sistemas, proporciones, órdenes compositivos semejantes, mucho antes del Renacimiento, podíamos citar a Pitágoras (500 a. c.) y su escuela. En este sentido Vitrubio nos habla también de un arte total.
Añadamos pues a la escenografía eclesial, al contenedor arquitectura, complementos imprescindibles para obtener una visión de la totalidad, del ambiente creado y dirigido al calor de los fieles, pensemos en los movimientos de los oficiantes, los tiempos sucesivos donde se desarrollan las acciones y la vida en los templos, la voz del predicador desde el púlpito, todo los actos sagrados que se consuman en ese interior arquitectónico se conjuga para crear una mística religiosa en la que conjuntados los elementos expresivos colaboran para que el acto sacro pueda ser interiorizado por la feligresía.
Al Greco lo vemos ahora, gracias a estudiosos como Joaquín Berchez, como un enorme compositor teatral, operístico, digo teatral en el mejor de los sentidos, en estos tiempos podríamos hablar de sus devotas instalaciones, en las cuales integra sus cuadros, son composiciones extraordinarias, llenos de vida, de pasión, de serena movilidad. Traía al respecto amplios conocimientos de Italia, de los famosos venecianos, Ticiano, Tintoretto, Veronese, en Roma Miguel Ángel entre otros muchos…
No es de extrañar que un pintor, que estudia a Vitrubio, a Serlio, a Vignola y a Palladio, cuyos tratados asimila, haga que sus heroicos cánones sigan en todo momento poseyendo una gran armonía y proporción, es a partir de la arquitectura, que arquitectos o artistas completos como Alberti, abrieron también el camino de la tridimensionalidad pictórica con sus ensayos de geometría proyectiva, la perspectiva cónica con un solo punto de fuga en la línea del horizonte, luego evoluciona hacia dos, o varios de estos puntos situados en el infinito, la reflexión en torno a los volúmenes partiendo de los poliedros regulares e irregulares de la armonía, la proportione e proportinalitá, como la sección aurea, “la divina proporción”. Estos avances fueron asimilados también por los pintores del Renacimiento que acudían a Venecia a Florencia y Roma para estudiar tales sistemas y luego, algunos desarrollaron lo aprendido, por ejemplo Durero, participaron en configurar esa visión geométrica de la estructura interna de la naturaleza, del hombre y de las cosas, matemáticos como Fra Luca Paccioli, influyeron de manera decisiva en la concepción del espacio pictórico y asimismo arquitectónico, sin olvidar la anatomía, recordemos el De humanis corpore fábrica de Vesalio, que se extendió a la anatomía de los animales, de las plantas o de los ríos, como los estudios de Leonardo sobre los vórtices del agua y del viento, la hidrodinámica y la aerodinámica, en todos los ámbitos de las ciencias en general, encontramos como participaron algunos artistas notables.
El Greco utilizó estos conocimientos y los aplicó con total libertad, en sus pinturas deformadas en función de la expresividad, añade inventiva, activando la emotividad y la pasión sin perder la base del orden, de la razón, del conocimiento.
Y ello ha hecho que este gran artista, sus ritmos, libertades, colorido, complejidad orden-desorden haya llegado hasta nuestros días 400 años después, habiendo influido notablemente en algunas tendencias del arte de hoy, como sucedió con Manet, Cezanne, Picasso y los comienzos del Cubismo, los expresionistas alemanes, y más tarde abstractos fundamentales como Jackson Pollock.
[José María Yturralde, “La mirada arquitectónica de J. B.”, palabras pronunciadas en la presentación del libro y vídeo El Greco, Architeto de Retablos, 2014, Real Academia de Bellas Artes de Carlos de Valencia]