“Aunque esta perspectiva es actual, sin embargo consiente imaginar perfectamente que la función de la Plaza como escenario de la vida ciudadana debió ser aproximadamente igual a lo largo del tiempo histórico. Así algunas fotos captan a la perfección el espacio cuadrangular de la Plaza silencioso y vacío a primeras horas de la mañana o transitado por personas madrugadoras, un espacio que se empieza a poblar paulatinamente por diferentes personas cuyo caminar se refleja en las baldosas del pavimento recién regado o mojado ligeramente por la lluvia fugaz del amanecer. Los que deambulan más tarde en su apresurado paso proyectan una visión borrosa de cuadro impresionista, mientras otras gentes al medio día y a la tarde ocupan las terrazas o se sientan en los bancos de piedra para matar el tiempo, contemplando algún espectáculo callejero como el del titiritero, cuya sombra horizontal se abate sobre el pavimento formando curioso ángulo recto con su cuerpo”

[Alfonso Rodríguez G. de Ceballos, “Mente y ojo clarividentes”, Desde la Plaza, Salamanca, 2005]

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