“Fotografías suyas como las de la serie de cuerpos salomónicos de la Iglesia de San Bartolomé de Benicarló y de la Asunción de Vinaroz, o de la del Monasterio de Poblet, nos han hecho ver en él al Herbert List español y, sobre todo, una forma de fotografía que podríamos llamar ‘barroca’ o ‘metafísica’, en la que asistimos no tanto a una atomización de la realidad en sus distintos elementos como a una autonomía que se expresa en la propia afirmación de los detalles, que se erigen en protagonistas de algunas de sus series: pienso, sobre todo, en las espirales del Monasterio de San Juan de la Peña, en la oblicuidad de la Colegiata de Játiva, o en ese diálogo de fachada, figura, sombra y luz, que ha sabido captar en la Iglesia de San Francisco de Palma de Mallorca. Bérchez había llegado a ello a través de una técnica que objetivaba – y correspondía a– un nuevo modo de mirar. Y ese nuevo modo de mirar nos hacía ver también otra cosa, al obligarnos a descubrir no aquello que, por inercia de nuestro ojo, nos parecía, sino lo que, por la capacidad visual del suyo, ahora estábamos en condiciones de captar y que se traducía de pronto en otra cosa: en esa otra cosa en que, por efecto del arte, se transforma la realidad, es decir, en sí misma.”

[Jaime Siles, “Joaquín Bérchez: La luz imaginada”, Desde la Plaza, Salamanca, 2005]

Volver