“Como si sus dueños no pudieran sustraerse en tierra al recuerdo de la línea de flotación”

[V. Blasco Ibáñez, Flor de mayo, 1895]

“Tal vez una de las más densas imágenes de la serie sea ese lateral de la Lonja de Pescadores del Cabanyal en el que el paisaje aparece evocado, representado, en una suerte de visión abismada. En ese muro parcheado con alusiones a la Formula 1, una placa callejera –Travesía de Pescadores-, un semáforo o el luminoso de una hamburguesería, un grafitero ha plasmado un galeón y una isla, galeón pirata e isla desierta habitada por un solitario Robinson Crusoe. Más que a la modernidad el graffiti recuerda dibujos en muchos casos marginales, meros entretenimientos, que son descubiertos como pequeñas joyas en manuscritos del siglo XVIII. El mundo marinero evoca paisajes lejanos, paisajes soñados, marinos de cuento, mares del Sur donde se mezclan los náufragos con los capitanes intrépidos. Esas olas delineadas de una manera casi infantil se separan de las aguas agitadas del Turia o de las olas rompiendo en la playa de la Malvarrosa y contrastan con la quietud del Lluent o el agua de las acequias. En este paisaje nuestro de hombres dubitativos donde primero se abre una ventana con un primoroso balcón para después tapiarlo lo único seguro parece ser ese mundo soñado, aquí pintado y ahora argumentado desde la fotografía, irónico chiste que abre el paisaje de Valencia al mar.”

[Yolanda Gil Saura, “Joaquín Bérchez: paisajes narrados”, Miscelánea Geográfica, Valencia, 2014]

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