“Desearía concluir este apretado repaso por la fotografía de arquitectura histórica desde mi experiencia fotográfica y en similar línea argumental a la empleada con las fotos ya comentadas, aludiendo, a modo de colofón, a la foto que titulé ‘La abominación de la desolación’ y que para mí fue una de las fotos más complejas que hice de la serie sobre la figura del arquitecto Manuel Tolsá en México. Quería sacar una foto de la totalidad de la fachada principal del Colegio de Minería, ese gran palacio de las ciencias de minería, primero en su género de toda la cultura occidental. Eran ya los días finales de mi estancia en México, y pacientemente aguardé en uno de los restaurantes cercanos con vista al palacio el momento oportuno de disparar la foto. Había observado la presencia por sus alrededores de un chamán veracruzano (eso me comentaron luego) y probé durante horas la posibilidad de sacarlo en la foto, a modo de figurante, disparé varias fotografías con teleobjetivo, aunque no tuve la convicción de haberlas logrado. Una vez de regreso en Valencia, al revisar las fotos, me quedé gratamente perplejo por el efecto blow up conseguido. A las puertas del mismo palacio o colegio, símbolo de los ideales reformista de la Ilustración, con su potente despliegue de columnas, arcos y frontón, pleno de primores y anhelos clásicos, había captado el momento en el que el chamán impone sus manos sanadoras a un joven enfermo reclinado, acompañado por una esperanzada madre o esposa. También captaba la presencia, movida, del peculiar taxi mexicano, el emblemático Volkswagen conocido como ‘escarabajo’, que sólo unos años después fue retirado de la circulación. Más que evocarme ese sueño de la razón de Goya, esta inesperada confrontación entre los ideales ilustrados que retrataba y los de la invocación a los espíritus invisibles o al trance visionario para sanar enfermedades, me devolvía al México actual, al de sus fusiones y estratos culturales tan heterogéneos. Y como el fotógrafo de la película de Antonioni, me enfrentaba ya desde la distancia, en Valencia, con esta imagen –hija del azar– al enigma de la propia fotografía: la sorpresa ante la diversidad y, a la vez, misterio de lo real, con sus infinitas referencias, la mayoría de ellas invisibles al ojo del propio fotógrafo, y sí, por el contrario, abiertas –gracias al objetivo fotográfico– a múltiples miradas, a un infatigable, en definitiva, porvenir sin límites.”

[Joaquín Bérchez, “Fotografiar la arquitectura histórica”, IV Jornada de Arquitectura y Fotografía, ed. Iñaki Bergera, Zaragoza, 2015]

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