“Pero ahora Bérchez sale de ese idiolecto que domina para enfrentarse a un espacio abierto dominado por el prestigio y peso de toda su historia y, al mismo tiempo, por el cálido conocimiento derivado de su uso y cotidianeidad. De ahí que Bérchez, sin renunciar al monumentalismo que exige la historia, le inocule esa intrahistoria unamuniana que hace que este espacio se llene, no ya, o no sólo, de aire o de cielo sino también de humanidad. Consigue así articular dos tiempos en uno: el casi regular y eterno de la Plaza Mayor de Salamanca, y el pasajero e imperfecto de quienes en un determinado instante de su vida lo atraviesan o se encuentran en él.”

[Jaime Siles, “Joaquín Bérchez: La luz imaginada”, Desde la Plaza, Salamanca, 2005]

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