“Para Bérchez la arquitectura no es sólo la magister vitae, sino la propia vida. Ampliando su campo de visión a los pergaminos, la vida es un sueño, con la actividad febril de las neuronas y sus dendritas (El documento sueña) o los símbolos oníricos eróticos (A buen recaudo), a medio camino entre Lavirotte y Giogio De Chirico”.

[Francisco Bueno, “Arquitectura, sueño y vida”, El Mundo, 27/10/2009]

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