“A la vista del conjunto de esta monumental capilla destinada a ser templo sepulcral del cardenal Juan Pardo Tavera, fundador de la institución hospitalaria, cabe preguntarse una vez más, en tanto hipótesis de estudio, si una persona como el Greco restringió su actividad arquitectónica exclusivamente al ámbito del retablo o si además su influencia alcanzó también a algunos aspectos de su concepción, sugiriendo ideas en las trazas del nuevo templo, en especial de su crucero y cúpula.

La amistad entre Nicolás Vergara el Mozo y el Greco —puesta de relieve en la estrecha colaboración que mantienen desde que este realiza su primer retablo para Santo Domingo el Antiguo, construida por el primero—, la no menos importante amistad entre Salazar de Mendoza y el Greco, sin descartar tampoco la que Salazar tendría con Vergara, habida cuenta del encargo de la culta descripción arquitectónica de la fábrica del Hospital, publicada en 1603, debieron de trascender, dejar su huella, en la remodelación de este templo, una de las obras más relevantes de la arquitectura no solo toledana, también española de su tiempo (…) Sin restar mérito a Vergara, surgen en su obra arquitectónica innovadoras composiciones, directrices, difícilmente comprensibles sin el nervio particular y viajado del Greco.

Nunca lo sabremos, dado que la posible oralidad cultural, las palabras y juicios desde las certezas del pasado escapan por lo general a su certificación documental. Pero a medida que penetramos más en el quehacer arquitectónico del Greco, los silencios relativos de los datos hacen cada vez más intensa esa impresión, esa intriga por la plasmación de la mentalidad e ideas arquitectónicas que nos sugieren aquellos espacios que habitan sus pinturas y sobre todo retablos.
Y de ello podría dar cuenta el modo intrigante con el que el propio Greco retrataría el ‘modelo’ del Hospital Tavera, con el “cimborrio o cúpula” destacado, flotando en una inmensa nube y descontextualizado de la trama urbana de la Vista y plano de Toledo. ¿Justificación de su presencia por su invisibilidad desde la imagen urbana de Toledo por el norte?, ¿deferencia para con su amigo y protector Pedro de Salazar de Mendoza, administrador y cliente del lienzo?, o también ¿homenaje pictórico complacido de una obra en la que había intervenido, como antes en Illescas lo había expresado por escrito? Posiblemente todas las preguntas sean afirmativas”.

[Joaquín Bérchez, “Algo más que retablos: El Greco y sus enigmas arquitectónicos”, El Greco Architeto de retablos. Joaquín Bérchez Fotografías, Valencia, 2014]

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