“Las imágenes arquitectónicas de Joaquín Bérchez, al igual que los poemas y los ‘cadáveres exquisitos’ de los surrealistas, tienen títulos sorprendentes. Su relación con el lenguaje visual de la fotografía es de orden literario y acorde con el concepto de la llamada arquitectura parlante. Basta leer el título de las obras que ilustran nuestra disertación para constatar que calan hondo en el sentido poético y en el contenido antropomórfico y vital de los monumentos que en realidad son, dentro de su materia inorgánica, seres vivos y perecederos, con carácter y peculiaridades propias. Muchos títulos proceden de las metáforas, otros aluden a una acción o a las analogías más o menos cercanas a otro ser o a un modelo. Ballet mecánico, Arrancadas de la oscuridad, Muñecos oblicuos, Nautilus, Hipnosis o Clasicismo solar son una invitación a la contemplación lúcida y activa, no al quietismo de su muda poesía plástica. Bérchez, al comparar el vacío de la espiral de una escalera de caracol con un molusco cefalópodo tetrabranquial con su alusión a la naturaleza abisal, llega a evocar reminiscencias sexuales femeninas.”

[Antonio Bonet Correa, “Joaquín Bérchez, estudioso y fotógrafo”, FMR, núm. 19, 2007]

Volver