“Bérchez juega siempre con la materia pétrea y el ladrillo bajo la iluminación rasante o plana según las distintas horas del día o la intensidad lumínica de la estación del año. En sus fotografías la ilusión volumétrica está dinamizada por el tiempo presente y el fondo y poso arqueológico del pasado. Ante sus fotografías se entreveran la memoria histórica y el estado físico de la fábrica tal como se encuentra en el momento en que es captada por su cámara. Al igual que los primeros fotógrafos del siglo XIX, los cuales nos han dejado los monumentos antes de su restauración, con el abrasamiento de sus piedras y sus ladrillos, delatando los ultrajes del tiempo, las vistas de arquitectura de Bérchez son verdaderos documentos de la materialidad y del alma de los edificios. Es entonces y en este sentido cuando nos percatamos de que sólo un historiador del arte o alguien que conoce a fondo la vida y muerte de un monumento puede hacer tales fotografías.”

[Antonio Bonet Correa, “Memoria y deleite estético en las fotografías de Joaquín Bérchez”, Proposiciones arquitectónicas, Valencia, 2006]

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