“Signos de autenticidad, que validan la autoridad y el carácter original de la escritura en el pergamino, los sellos en cera, tanto de cancillería reales como de obispados, cabildos catedralicios y consejos municipales, con su escogida selección de imágenes icónicas de reyes, obispos y ciudades, insertos en matrices ovaladas y circulares, aportaron tempranamente una sólida imaginería apta para construir en el tiempo memorias y pasados encomiásticos del lugar.

El sello del rey Jaume I sedente, conservado en el archivo de la catedral de Valencia, es fiel reflejo de un tipo figurativo regio, extendido en diversas cancillerías europeas y es uno de los siete ejemplares de sello de Jaume I que se conservan en el archivo de la catedral. Se trata de un sello pendiente, desprendido de la documentación original, con una cronología que oscila entre 1254 y 1270. Realizado en cera roja, como era habitual en la Cancillería Real de la Corona de Aragón, responde al tipo de sello efigiado mayestático, implantado en los sellos españoles con el monarca Alfonso VII de León (1105-1157), de quien se conserva uno de los ejemplares más antiguos (1146). Su modelo seguía el empleado por los emperadores del Sacro Imperio Romano-Germánico como Otón III (979-1002) o monarcas franceses e ingleses. De acuerdo a estos modelos, el sello de Jaume I tiene matriz circular y representa al rey sentado en majestad en un trono de elaborada ebanistería que abandona la escueta banqueta con almohadón y escabel para los pies. La apostura regia de Jaume I abunda en el pormenor: la corona de ancho aro con tres pináculos; un largo cetro terminado en florón en la mano derecha, y en la izquierda el globo del mundo; la túnica abotonada y ceñida hasta los pies y un manto que cubre los hombros. La separación de rodillas, en una actitud habitual en los sellos de la época, carece ya de la exagerada composición en V, propia de los primeros sellos, y permite mostrar las piernas en paralelo de un modo más realista, con intensa caída de pliegues.

La meticulosa composición del trono hace que el sello de Jaume I despunte por encima del tipo estándar empleado en las cancillerías del siglo XIII. El ancho respaldo lo ocupa una tupida decoración romboidal de redes entrelazadas que albergan escudos reales, mientras que las patas de la silla semejan columnas helicoidales, acaso un rasgo de salomonización monárquica que también puede estimarse en sellos próximos en el tiempo, como los del rey Federico II Hohenstaufen. En el anverso, el rey se sitúa a caballo, galopa precedido de una estrella y lleva una corona con lambrequines, lanza con bandera y escudo”.

[Joaquín Bérchez y Mercedes Gómez-Ferrer, “Traer a la memoria”, Traer a la memoria. La época de Jaume I en Valencia, Valencia, 2008]

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