“Pocas veces el motivo palladiano de clara herencia veneciana se ha sometido a un proceso de invención con tal variedad de matices y climas artísticos. Al contemplarlo, como ocurre con el templo en su totalidad, se tiene la impresión de estar ante una obra única y sin posibilidad de duplicado, como irrepetible era la propia biografía artística y geográfica del candiota. Se funden sin duda en esta obra el peculiar gusto por los esplendores del oro tanto bruñido como mate afines a sus tempranos años artísticos en la isla de Creta; los ojos sorprendidos y selectivamente cultos ante la arquitectura de vanguardia de lugares vividos en Italia, primero en Venecia (1566-1570), luego en Roma (1570-1577); los usos y modos del proceder arquitectónico español, y el toledano en particular que le proporcionó el marco donde sustanciarlos en relación con su actividad pictórica”.

[Joaquín Bérchez, “Algo más que retablos: El Greco y sus enigmas arquitectónicos”, El Greco Architeto de retablos. Joaquín Bérchez Fotografías, Valencia, 2014]

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